Demasiada pompa para asuntos que pueden estar en el fondo de la agenda y poco recuadro para los más calientes del momento, como el acuerdo con el FMI y una clara y bien comprensible posición argentina ante la invasión rusa a Ucrania
Desde el gobierno se observa un esfuerzo por hacer destacar cono puntos destacados del discurso de Alberto Fernández en la inauguración del período ordinario de sesiones del Congreso Nacional a cosas que -con toda lógica y sin desméritos- revisten una importancia significativamente menor.
Por ejemplo, los dos proyectos hacia licencias parentales igualitarias y un sistema integral de cuidados. El Presidente remarcó que la Argentina «es uno de los países latinoamericanos más retrasados» en regímenes de licencias parentales. Es verdad, pero estamos más atrasados aún a nivel de comprensión en la educación, no sólo de textos, sino también de números. Muchos argentinos de las nuevas generaciones no saben ni contar, porque no saben reconocer los números de sólo tres cifras. La prueba es que preguntan por las calles hacia dónde se tienen que dirigir para encontrar una puerta a determinada altura de una calle. La palabra «patético» no alcanza a describir la desgracia cultural.
A propósito, el presidente planteó Metas en educación y una de ella es conseguir un nivel de conectividad que abarque el 90% de las escuelas llegar a la presencialidad plena en el aula. Su frase fue «Este futuro es con la educación en el centro de nuestras prioridades. Cada peso invertido en educación es un peso invertido en el futuro de la Argentina». Está bien. Que se cumpla
Y se regodeó un poquito en las vacunas, estableciendo una comparación con los países que tiene problemas con sus ciudadanos reacios a recibirla, lo que no genera méritos en ningún gobierno por encima de otro, No obstante, Fernández se dio el gusto de decirles a los legisladores y al país que la Argentina «exhibe los mayores porcentajes de vacunación en un podio con China y España», dejando atrás a «potencias mundiales como el Reino Unido, Estados Unidos, Alemania y Rusia», donde -según especuló- «se implementaron estrategias de vacunación similares». Una verdad relativa.
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