A lo mejor, no hay tanta diferencia de sabor con las originales. Quizás no se diferencien tanto en su amasado o forma de preparación. Pero las pizzerías originales de Buenos Aires se extrañan. Hoy, una cadena lidera la absorción comercial de la mayoría de ellas y otras tres le siguen en la carrera.
En recuerdo de muchas personas viven marcas inolvidables de locales a los que -prácticamente- toda una sociedad asistía como a un ritual de placer, lleno de magia, ricos aromas, siempre accesible en sus precios.
Se impusieron sobre el resto y crecieron hasta escalas impensadas Kentucky, La Americana, Imperio y Banchero. Resisten La Mezzetta, Tobago, La Guitarrita, El Cuartito, La Odeón, Angelín, Las Cuartetas, Nápoles y Güerrín. Pero se extraña la presencia de Serafín, la San Cristóbal, El Acordeón y de tantas otras.
La Cuyana, en la esquina de la Av. Rivadavia y Fray Cayetano Rodríguez es el Ave María de los recuerdos gastronómicos de la Buenos Aires que conocimos y de la que ya no podemos ni aludir, porque nos da vergüenza ante las generaciones jóvenes, que creen que estamos dementes. Por eso – y a propósito- para recordar lo mejor que tuvimos, utilizamos fotografías de un tiempo que ni siquiera nosotros vivimos.
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