Primero fue la derrota tanto en las paso como en las elecciones legislativas. Luego, el traspié del tratamiento del Presupuesto en el Congreso Nacional. Y como si todo fuera poco, las incomodidades internas que el gobierno demuestra tener a partir de las posiciones personales de los líderes de su alianza: ya no hay modo de presentar una pantalla que deje expuesta una química de compatibilidad pura entre presidente, vicepresidenta y presidente de la Cámara de Diputados.
Entre las incontables cuestiones por las que los argentinos estamos urgidos –aunque sin verlo- de definir conceptualmente y desde su propia génesis, es la de que pensamiento tenemos de los organismos a los que les pedimos dinero con cara de santitos y a los que puteamos cuando les tenemos que devolver la guita.
Probablemente haya algo de justicia en la impopularidad del fondo monetario internacional. Se trata de un organismo que representa el poder económico y resultó definitivamente imposible dispare alguna simpatía entre los pueblos empobrecidos y semejante aparato.
Quizás nadie lo pueda evitar porque nadie lo puede negar.
Ahora, una cosa es una cosa, y otra, otra. El Fondo Monetario Internacional no anda por el mundo pregonando su servicio como el que, en busca de electrodomésticos usados y al volante de pic-up con altoparlante, cruza los barrios de Buenos Aires al grito de “estamos comprando, señora”.
No es necesario ser pro Fondo ni Anti Fondo.
Este gobierno, los anteriores, los que vendrán y todos los gobiernos de los países que suelen necesitar dinero, saben que el Fondo Monetario Internacional es el organismo que presta dinero con la tasa más baja del mundo. Algo así como los usureros “menos mafia” de todos.
Pero vaya a saber por cuál de los placeres políticos en los que suelen sumergirse algunos gobiernos de corte popular, prefieren no aclarar la trama de estos complicados hilos y hacer foco en la maraña de tediosas negociaciones financieras que, supuestamente, ellos, con toda la épica, afrontarán en nombre de defender los intereses del pueblo.
Si no hay Cuco, no hay fluidez en la narrativa necesaria para redondear el relato.
<2022/12/ar/ar_capital_rosario.jpg" />
<2022/12/ar/ambito.jpg" />
<2022/12/ar/ar_ambito.jpg" />
<2022/12/ar/esquiu.jpg" />
<2022/12/ar/ar_diario_norte.jpg" />
<2022/12/ar/ar_laprensa.jpg" />
<2022/12/ar/ar_perfil.jpg" />
<2022/12/ar/ar_democracia.jpg" />
<2022/12/ar/ar_chubut.jpg" />
<2022/12/ar/ar_epoca.jpg" />
<2022/12/ar/ar_heraldo.jpg" />
<2022/12/ar/ar_manana_formosa.jpg" />
<2022/12/ar/ar_arena.jpg" />
<2022/12/ar/independiente.jpg" />
<2022/12/ar/lea.jpg" />
<2022/12/ar/ar_rio_negro.jpg" />
<2022/12/ar/ar_diario_cuyo.jpg" />
<2022/12/ar/huarpe.jpg" />
<2022/12/ar/ar_diario_republica.jpg" />
<2022/12/ar/ar_eco.jpg" />
<2022/12/ar/ar_sureno.jpg" />
URUGUAY
<2022/12/ar/ar_duplicado.jpg" />
BRASIL
<2022/12/br/o_dia.jpg" />
<2022/12/br/br_correio_braziliense.jpg" />
PARAGUAY
<2022/12/py/abccolor.jpg" />
<2022/12/py/py_ultimahora.jpg" />
<2022/12/py/cronica.jpg" />
<2022/12/py/py_5dias.jpg" />
<2022/12/py/py_independiente.jpg" />
CHILE
<2022/12/cl/cl_eldia.jpg" />
COLOMBIA
<2022/12/co/co_espectador.jpg" />
<2022/12/co/co_universal.jpg" />
<2022/12/co/co_elcolombiano.jpg" />
PERU
<2022/12/pe/pe_peru21.jpg" />
<2022/12/pe/pe_correo.jpg" />
<2022/12/pe/pe_expreso.jpg" />
<2022/12/pe/pe_ojo.jpg" />
BOLIVIA
<2022/12/bo/bo_elmundo.jpg" />
<2022/12/bo/bo_razon.jpg" />