El único argentino que se manejó, de manera constante, en transporte público siendo un altísimo funcionario del Estado fue Antonio Mucci, ministro de Trabajo de Raúl Alfonsín. Iba y volvía del ministerio a su casa en Barracas con el colectivo 12 y luego en Subte.
Lo dijimos en una incontable cantidad de veces. El transporte público es calidad de vida. No sólo los vehículos, que conforma lo apenas único a lo que más o menos le dan pelota los inútiles que alguna vez han tenido que hacerse cargo de dar alguna miradita para que no hagan viajar a la gente en guaguas cubanas sin techo.
Son fundamentales las medidas para que los habitantes de las ciudades no pierdan la posibilidad de viajar a tiempo y sin incomodidades por el ridículo cumplimiento ultra estricto de estar en una parada preestablecida para subir al bondi, cuando con la sola «autorización» al chófer de que pueda abrir las puertas donde no hay problema de asó lo haga, se haga.
Son fundamentales los trazados que le den la posibilidad de a todas las zonas del AMBA a quedar interconectadas sin tener que realizar trasbordos complejos, desplazamientos por sectores inseguros ni que tengan que tomar más de tes transportes para cumplir con el periplo.
Son fundamentales los carteles de identificación de paradas que puedan visibilizarse desde -por lo menos- 200 metros en calles y avenidas cuando el recorrido es lineal y con indicadores también visibles cuando las paradas son difíciles de ubicar o quedan algo escondidas o algo alejadas de los lugares de mucho movimiento, en los que -intuitivamente- todos podríamos creer que debería estar.
Son fundamentales los refugios complementarios cuando se conoce que la parada reunirá largas filas de espera de un ómnibus.
La persona que traer años y años moviéndose en su automóvil o en el vehículo oficial, no puede entender este malestar y este sufrimineto. Es lo mismo que con lo del hambre, frente a más personas. No pueden entenderlo y no saben lo que hay que hacer. Es más: utilizan para el transporte público criterios de automovilistas. Sean peronistas, radicales, pro, kirchneristas, liberales, coalicionistas, incluso socialistas y troskos, si alcanzaron el nivel social de poder movilizarse en automóvil propio o viajan en uno asignado para su «trabajo», no pueden entender cuáles son los verdaderos problemas de quienes viajan en Bondi.
Incluso hay decenas que se «ofenden» cuando se les marca esta realidad, devolviendo un «yo viajaba en colectivo todos los días cuando trabajaba en …» O frases como «…yo me levantaba a las 5 de la mañana para bla bla bla». Peor. Cinismo. Porque si alguna vez conocieron ese yugo (vamos a darles el ghangüí de creerles, ya que es muy difícil que sea cierto) no les queda terreno para evitar solucionarlo. Es preferible que se queden en la evidente realidad de que son unos burgueses nenes de mamá que encontraron una formita de engañar al pueblo para que les dé su voto y seguir dándose la gran vida.
Todos los funcionarios que pertenezcan a un partido político que se jacte de trabajar en pos de la calidad de vida de la población, merecen ser escrachados como hipócritas, por un período no menor a los 4 años, en listas públicas.
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