No porque la clase política tenga la experiencia de 2001 y hayan aprendido a controlar posibles inquietudes de la parte más rebelde de la sociedad, debería sentirse tan segura de que no repetiríamos las protestas de entonces.
El hecho de que como pueblo no voltearíamos gobiernos, sea porque no querramos o porque nos conviene menos, ya que gastaríamos demasiadas energías y ellos les vendría de perlas hacerse -como habitualmente- las víctimas , no los deja en ninguna posición que nos haga decir que este sea un gobierno ni un milímetro superior, en algo, al de entonces.
El gobierno de Fernández es -por lejos- muchísimo peor que el de De la Rúa, porque teniendo a su favor las estructuras peronistas que detentan poder, poder y poder, con manifestaciones que lo apoyan, lo halagan y lo vivan, incluso luego de perder una elección, tiene a la sociedad en una situación que se diferencia muy fuertemente de la desgracia de 2001: por entonces, muchos caían en la pobreza tras el neoliberalismo peronista y sin que aquel gobierno hubiera probado demasiadas fórmulas mágicas: con la del megacanje, ya la sociedad lo condenó. Hoy, el efecto espantoso es maquillado, como es la costumbre de los gobiernos kirchneristas, especialmente, a partir de 2009 (a dos años del primer mandato de Cristina Fernández) y existe una cultura del aguante, una épica de soportar por simpatía ideológica, que evita efectos peligrosos en el devenir gubernamental, beneficio con el que – de ninguna manera- habría podido contar un presidente no peronista.
El estancamiento actual es imposible de solucionar por parte de este gobierno, porque nadie confía en él. Ni los propios. Por mucho, por muchísimo menos, una administración de otro color político habría recibido una presión asfixiante hasta hacerlo caer. Y lo hicieron. A éste jamás nadie se le animaría a preguntarle… che ¿no está viendo que si te vas -como pasa muchas veces en cualquier país del mundo al que le pinta una crisi- generarías una solución para el país?
No estuvo para nada bien «celebrar» que el 10 de diciembre de 2019 un gobierno no peronista pudiera terminar un mandato. Es un despropósito que dispara hasta cinismo, ya que los dirigentes más encumbrados que apoyan a la coalición gobernante, aceptan la ofensiva premisa.
Obvio que ese gobierno 15-19 también era espantoso. La burrada dice que era liberal. Macri jamás se habría animado a hacer un gobierno liberal. Hizo semi chicha semi limonada para la Argentina la vaya llevando. Y se le cayó todo. A éste le pasa lo mismo. Todos saben lo que hay que hacer en este país, pero nadie se anima a hacerlo. Los primeros que lo saben son los dirigentes de La Cámpora. Pero ni en pedo se largan a perder el calorcito de la pendejada cantando a tu favor.
Vergüenza Ajena es un concepto que no alcanza a describir la situación.
¿cómo será diciembre? preocupante para la sociedad apremiada y entretenido para el gobierno vacilante.
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