– Cada tanto hay que hacer lo que se dice.
– ¿cómo que «cada tanto»?
– Y… en la Argentina hay costumbres nuevas ¿vio?
Se trata de vociferar que se está haciendo algo, aunque sea evidente que no es así. Es asegurarse de que todos estén escuchando el mensaje de la realización de una acción.
Para llevarlo a un plano muy fácil de comprender, es calzarse la malla, el gorro de baño y las antiparras, pararse en el pilote de lanzamiento, arrojarnos a la pileta, nadar hasta el otro extremo y salir. Luego, convocar a quien nos quiera escuchar y decir que estamos realizando un entrenamiento de natación olímpica.
Lo único que hicimos fue nadar un tramo, con impactantes movimientos estilísticos y gran actitud deportiva. Nos fotografían y graban en video, con el marco de un entusiasta grupo que nos alienta y nos brinda su afecto. Hacemos editar el video con el apoyo de una pieza musical sensacional, momentos en cámara lenta, rostros emocionados siguiendo andar del nadador y una explosión de pirotecnia de colores en el instante en que los dedos tocan la pintura celeste en la meta.
A esta secuencia, muchas personas la denominan «relato».
Donde existen actos que se realizan por algunas personas, sin querer que se enteren otras que podrían sentirse involucradas, interesadas o con derecho a saber sobre el tema, se mantienen en silencio sin convicción. Porque en estos casos, el deseo de difusión de algo explosivo, que no sólo rompa la intimidad sino el decoro, es inmenso, voraz, imposible de frenar. Es la ansiedad -sin placer- por protagonizar algo realmente fuerte, bien de película, como una traición por amor cuando el espectador creía que era por dinero. Es deschavar la trama de la novela antes de que alguien publique la obra completa y nos deje afuera del negocio
La dignidad hay que traerla desde casa, ‘muchaches’. Se aplica en política pero no se obtiene en las militancias. En ninguna. Insistimos, hay que venir digno desde la cuna, si no, mostrarás la hilacha y la cámara la tomará épicamente.