Teníamos que comenzar por algún lado. Lo que dijo Victoria TP generó reacciones. Y está bien. Para un lado y para el otro, Lo que no está buen es seguir mintiendo para recaudar posibles votos. Florencia da Pena, actriz, conductora y desorientada bajalínea se mandó con una alocución desactualizada de la sociedad: “Detestan a las mujeres que reivindican el goce”. Mentira.
La mayoría de las personas aman a Moria Casán y a su hija Sofía Gala, que reivindican el goce mucho mejor que la candidata que disparó la payasesca polémica. La mismísima Graciela Alfano fue siempre aceptada hablando de sus miles de amores erotizados. Toda una generación
de varones dispuestos a salir por alguna puerta de las miles de formas de machismo que aún acosaban en la primera mitad de Siglo XX, entendió y también se abrazó a Frida Kahlo.
¿Quién se anima a ir con esa subestimación generalizadora del «Detestan…» a los fanáticos de Madonna, de Miley Cyrus o de Rihanna? ¿Acaso la Peña cree que el público en general demostró o demostraría algún rechazo por Lady Gaga por haber dicho que le gusta tener sexo en la playa?
Nada más fascinante que la historia que envuelve a Lana Del Rey, en cuya canción “Fucked My Way to the Top”, parece confesar que ella alcanzó el éxito por haber ido a la cama con los tipos que le darían el impulso a su carrera. Lejos de provocar rechazo, la cantante terminó y consiguiendo hasta la solidaridad de los más duros, cuando confesó haber tenido sexo con muchos hombres en la industria musical, «pero ninguno de ellos me ayudó a lograr mis contratos discográficos», cerrando con un tragicómico: «Es terrible”.
No es cierto que las mujeres que «reivindican el goce» -como dice la comediante devenida en conductora- se ganen el rechazo automático de algún público.
En los ’80s, una actriz argentina de cine, muy sexy en su momento, tuvo el desatino de reclamar que el gobierno de Alfonsín no la contrataba para los programas de ATC (Hoy, la TVP) «por ser peronista». Resultó muy difícil para los productores involucrados en la inocente «acusación», decirle a esta persona que no se la convocaba sencillamente porque artísticamente no aportaba nada valioso.
La otra mentira es la mismísima frase de la polémica. Jamás el peronismo fue centro de una interrelación entre militantes que generara los vínculos sexuales que – por ejemplo- sí se consumaban en las agrupaciones políticas de izquierda, rechazadas hasta el desprecio por los líderes del peronismo pos Perón», es decir, los dirigentes de unidades básicas y sindicalistas que improvisaron sobre política durante más de 40 años.
Fue también durante los años 80s que los jóvenes seguidores de aquellos viejos y rancios motores del justicialismo protagonizaron un éxodo sin precedentes, cuando descubrieron que en el Partido Intransigente, conducido por el legendario Oscar Alende, los vínculos personales entre los militantes alcanzaban intimidad con una fluidez que no se conseguía estando en la bandería donde se cantaba la marcha.
Y, a propósito del emblema musical, la candidata que alude a la abundancia sexo en el peronismo, está en pareja con un personajón que – aunque se confiese amigote del actual presidente, se lo recuerde como un otrora hombre fuerte de Néstor y haya descollado como operador de campañas del PJ, se maneja – en los niveles personal y empresarial- como un verdadero representante del gorilaje oportunista.