No todos tuvieron la misma oportunidad y la misma suerte. Y eso que nos estamos refiriendo a los de la misma categoría, en la misma zona y hasta en la misma avenida. Sí, nos referimos a los bares porteños que cerraron.
No sólo por la pandemia.
Ahora reabre La Giralda. Sí, el azulejado. El del chocolate con churros que competía con El Vesuvio, que también la rompía y estaba a dos cuadras.
En realidad, La Giralda no cerró en 2020, sino en 2018. La recesión no es pandemia. Es sólo epidemia. Epidemia argentina. Enhorabuena que la organización gastronómica del bar La Ópera decidió hacerse cargo del histórico reducto de las bohemias porteñas.
Allí se reunieron o se sentaron de modo solitario, a través de décadas, estrellas del tango, laburantes del teatro, trastornados corazones rotos en busca de caña Legui, principiantes del rock, insomnes de la literatura, inventores de planetas dispuestos llenarlos de artes plásticas, amores de bohemia y toda la lista que Alejandro del Paro describió en «Los locos de Buenos Aires».
Ojalá se imite esta decisión enpresaria. Ya no tanto con la intención de recuperar bares o restaurantes del pasado. Con que se le preste atención a los que están atravesando problemas y se eviten sus cierres, será un hermoso final feliz de un tiempo difícil.
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