Es curioso que se haya trabajado a través de más de un siglo y a partir del trazado histórico de Bartolomé Mitre, que la mayoría de las personas en la Argentina consideren que el General San Martín sea el padre de la Patria por sus logros militares en pos de la libertad de América.
No está mal.
Pero se trataría de devaluar a semejante personalidad.
Desde la generación dedicada a ejercer la dirigencia política de hoy, no resulta conveniente remarcar qué fue lo más importante que el general San Martín hizo por la Argentina, porque no les conviene quedar tan expuestos al papelón, aunque estén tan acostumbrados a ellos. Es que se trata de algo definitivamente imposible que lo puedan realizar los contendientes actuales al poder.
Sin hacer nombres, no podrían, no querrían o no sabrían como hacerlo ninguno de los miembros del actual gobierno, ni los del anterior. Ninguno de los aspirantes a «Tercero en discordia», con plan de triunfo tampoco lo lograría.
Es demasiado inmensa la mayor de las acciones públicas de José de San Martín.
Cuando estaba por desembarcar en el Puerto de Buenos Aires, su decisión fue regresar a Europa para no involucrarse partidariamente con la ninguna de las agrupaciones que dividían el país (y aún lo hacen), pero que por entonces había alcanzado la escala de guerra fratricida durante los años 30 del S XIX. El número 1 renunció a un camino que podría haberlo llevado a multiplicar su gloria.
Era demasiado grande.
Ir por el ejercicio de esa conducta es recorrer un camino muy largo. Está muy lejos
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