Nadie quiere asumir el preludio "Argentina duele", que precede a la referencia por la enfermedad de odio, por parte de Pepe Mujica
Pepe mira las burbujas del odio.
No es que sea un descubrimiento del propio ex presidente, el uruguayo más popular.. Sólo que con su prestigio, consiguió decir lo que muchos aquí gritamos todos los días y somos escuchados por menos cantidad de hambrientos de verdades. Lo peor es que su observación ya es reutilizada para hacer más política rápida, escuálida y al mango, incluso por parte de los que dicen que los que politiquean son los otros. Siempre los buenos son los nuestros y los malos nunca tienen nuestra camiseta.
Alberto Fernández, que en los últimos días hace mucha referencia a la mitad de la repugnancia argentina que le corresponde a sus adversarios, ensayó poéticamente: “el odio nos está llevando al peor de los mundos”, entendiendo que los que no son de su palo «hacen un debate político y judicializan» las medidas restrictivas que llevan su firma.
«El odio es algo muy perverso; el odio nos está llevando al peor de los mundos”, acertó el presidente. No estamos seguros si hace referencia a la totalidad del odio o sólo al que se observa desde su vereda, cuando se trata de que emana desde la de enfrente. Pues bien, desde esta tribuna, el odio que que se vislumbra desde la trinchera afín al mandatario, se alcanza a ver con la misma claridad con que se percibe el que a él le resulta ajeno. Curioso.
Sí, efectivamente, el ex mandatario uruguayo, José ‘Pepe’ Mujica, cuando dijo: “Los argentinos están enfermos de odio”, no se refería exclusivamente a los opositores al presidente Fernández. A Pepe no se le escapa ni una iguana y, si se le pidiera que sea más específico, se aferraría más aún al preludio con el que abrió, genialmente, el paraguas; «Argentina duele».
Pero el mandamás argento acelera en el estilo que parecía no tentarlo cuando asumió. Se refiere a la oposición como “los mismos que me denunciaron por envenenar a la gente”. La referencia es a la compra de la vacuna rusa. Fernández completa con un “ahora dicen que nunca dijeron eso”, aludiendo a Elisa Carrió, y su presentación judicial.
Él tiene razón. Mejor dicho, tiene la mitad de ella, ya que la oposición vomita el 50% del odio que se destila en la Argentina. Adivinen quiénes descargan la otra mitad.
Si bien esta cosa de tomar por pelotuda a la sociedad no se va a terminar tan fácilmente por parte de los detentores del poder, vale la pena escracharlos para ir haciéndole ver a quien lo desee y de primera mano, que siempre que no se trate de números concretos, hechos visibles y evidencias insoslayables, los mensajes de los gobernantes y de quienes aspiran sucederlos, pecan de falaces.
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