Los olvidables efectos políticos de las dos, desafortunadamente, mayoritarias tendencias ideológicas evidencian un colapso intelectual entre sus asesores de acción, comunicación e imagen.
Los estrategas de la débil alianza entre el gobierno de Alberto Fernández y el Axel Kicillof no cayeron en la cuenta de que cuanto más enfocado en la desesperación de querer lavar la imagen por el vacunatorio vip sea cualquier chiporroteo contra la oposición, más se va a hundir políticamente.
Esto de estar en escenario en el que la oposición no tiene ninguna necesidad de hacer nada para que el gobierno sume un error detrás del otro hasta saturar a la ciudadanía, no existe ninguna diferencia entre la administración actual y la inmediatamente anterior. De hecho, en la intimidad de ambas nefasticiones partidarias, la palabra «electorado» se usa un 600% más que la expresión «ciudadanía».
Sin embargo, parece que la oposición «hace». Obviamente -y para alivio del gobierno- lo que hace, lo hace bastante mal. Cualquier analista avezado habría deducido que la desagradable exposición de bolsas mortuorias en la Casa de Gobierno, hace unos días, era la operación «Autobolsa». Pero no. La agresión moral en la que terminó esa estúpida patriada simbólica del gorilaje, que a esta altura del partido alguien tiene que decirles que ellos dan el mismo asco que sus adversarios.
Los gorilas no son representantes de la clase media trabajadora porque usan a ésta para nutrir el mercado entre oferta y demanda para ganar la mayor parte. Y los peronismos no representa a la clase media trabajadora porque cuando, cada muerte de obispo, algún derecho le cabe al pueblo, es más pueblo el que está afiliado que el que no lo está.
Más allá de que jamás desistiremos de marcar y remarcar que la destrucción de la Argentina vino de la mano de las divertidas peleas entre el liberalismo y el peronismo, esta vez, sorprende el infantilismo con el que algunos agentes de batalla del Frente de Todos apuntan al Ministerio de Salud de la Ciudad para ver si pueden equilibrar hacia abajo la incómoda posición en la que quedó el Poder Ejecutivo.
Un papelón tras el otro. Especialmente porque, en la ciega seguidilla de hachazos a la Ciudad de Buenos Aires, no escuchan ni siquiera a os dirigentes porteños del peronismo que saben perfectamente que -de no mediar un nuevo acomodo en vacunatorios vip- ellos tampoco se van a vacunar a tiempo, ya que la Ciudad es blanco de un ridículo emprendimiento de lavado de cara con WD-40 que el gobierno está haciendo con el asesoramiento de los equipos que se dedican a armar las campañas institucionales, adversarios del área que le recomienda a Fernández la cautela política hasta 2022.
Habrá más.
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