La gran obra de Raúl Soldi recibió su homenaje en el Teatro Colón. El 25 de mayo de 1966 fue la gala inaugural de una de las piezas pictóricas más extraordinarias de todo el espectro cultural de América Latina. En esa cúpula se observan homenajes múltiples a algunos de los más grandes compositores de la música de todos los tiempos. La recordación llegó a tiempo -sobre el cierre del año- tomando en cuenta que si la intención era establecer el tributo en el mismo años del cincuagésimo aniversario, debía realizarse sí o sí en 2016.
Soldi, amante de las disciplinas que dan vida al escenario del Teatro Colón, es decir, música de concierto, ópera y ballet, ya tenía in mente el universo de imágenes que brillan en el cielo del mayor templo de la música en el país, antes de que le fuera encargada tamaña responsabilidad. La cúpula está poblada de juglares, instrumentistas, bailarines, duendes y centenares de detalles en imágenes propias de las más bellas artes visuales que hacen referencia a sus hermanas sonoras, teatrales y danzantes.
Rescatamos aquí uno de los más valiosos testimonios que existen del genio argentino: Soldi, en 1965, trabajando en la pintura de la cúpula del Teatro Colón en el «atelier» personalizado que se montó -para su comodidad, exactamente a estilo de las estructuras que fueron el marco de trabajo de los grandes artista de la historia, tal Miguel Angel en la Capilla Sixtina o Marcel Jambon, en el mismo lugar de Soldi 64 años antes. Las pinturas de Jambon, original del la cúpula del Colón, de 1908, apenas pudieron sobrevivir a las humedades que invadieron el cielo raso de la sala hasta 1931. Ahí se tomó la decisión de blanquear y esperar una nueva oportunidad para decorar con un trabajo pictórico de gran calidad.
La cúpula tiene 320 m2 con 51 imágenes ideadas por Soldi totalmente asociadas con la vida del Teatro. El artista también dejó su sello en el Foyer y otros sectores del Colón.
El acto fue presidido por la Directora General del Teatro Colón, María Victoria Alcaraz, con la presencia de los hijos del artista, Daniel y Diego Soldi y Rubén Rabanal (h), nieto del intendente porteño en los tiempos de la obra en cuestión Francisco Rabanal, designado por el Presidente Arturo Illia.
El acto fue emotivo en todos sus aspectos y momentos, especialmente cuando le tocó destacar la personalidad y talento profesional de Raúl Soldi a su entonces colaborador, el inmenso artista plástico Carlos Monzani, quien resumió: «era un ser humano amable e inolvidable”.